La historia de Salvador se ha convertido en una de esas que nos recuerdan que sí vale la pena mantener la esperanza mientras luchamos ante las peores adversidades.
Enrique y Noelia, padres de Salvador, se sintieron aterrados cuando nació a las 24 semanas de gestación y pesando apenas 510 gramos. Pero jamás se rindieron ni dejaron de creer que su hijo podría vencer cualquier pronóstico, porque era valiente, estaba en buenas manos y contaba con su amor.
Desde que Salvador nació permaneció en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal del Hospital Gregorio Marañón en Madrid durante cinco meses, ahora pesa 3,700 kilogramos y fue trasladado a la Unidad de Cuidados Intermedios Neonatal de ese centro hospitalario.
Una doctora elaboró un birrete y un diploma para el bebé que se graduó de después de haber superado lo peor.
Todo el personal médico celebró su traslado, que, aunque era un recorrido de pocos metros representaba algo muy importante.
Con globos, aplausos y fotografías, celebraron que Salvador se había convertido en un profesional de la valentía.
Durante las primeras seis semanas de vida de Salvador, sus padres ni siquiera podían cogerlo en brazos, pero a pesar de eso jamás se separaron de él. Permanecieron durante prácticamente las 24 horas del día al lado de la incubadora en la que introducían sus manos para que él pudiera sentir su cálida presencia.
Desde ahí le hablaban, le cantaban canciones, le demostraban que estaban esperándolo para que fuera a conocer su nuevo hogar.
Está comprobado que para los bebés prematuros es muy importante la presencia de los padres. “Mejoran cuando te acercas”, dijo Noelia cuando relataba que ella y su esposo metían sus manos en la incubadora para tocar a Salvador y notaban que mejoraban sus niveles de oxígeno y saturación. Eso es algo que generalmente se logra con el contacto “piel con piel”, pero el estado del bebé era tan delicado que ni siquiera sus padres podían cargarlo.
Fue tanta la implicación de Enrique y Noelia que el Jefe de Neonatología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, dijo:
“Lo especial en este caso es la familia”, reconociendo la importancia que tuvo la presencia de los padres en la recuperación de Salvador.
Durante los meses en los que el bebé ha estado en el hospital ha sufrido serias complicaciones respiratorias, incluso hace dos semanas empleó un ventilador artificial para respirar.
Desde que nació le colocaron una sonda nasogástrica para que pudiera ser alimentado, ahora deberá aprender a hacerlo por sí mismo. Su padre comenta que será difícil para él tragar, succionar y respirar al mismo tiempo, pero confía en que lo logrará.
Noelia y Enrique hacen bromas sobre el día en el que podrán tener a su hijo en casa, ella dice que ojalá sea para el día de reyes y él dice que sino será para la temporada de las rebajas.
Las jefas de la Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatología, así como la de Cuidados Intermedios, aseguran que los padres de Salvador se han dedicado por completo a cuidar y ofrecerle amor a su bebé.
La pareja tiene una hija de tres años que durante la mañana está en la guardería y por la tarde sus padres se turnan para atenderla.
El optimismo de Noelia y Enrique ha contagiado a todos en el hospital, les agradecen a ellos haberse involucrado como si fueran dos más de su equipo.
Ellos aseguran que, aunque Salvador reciba el alta médica los volverán a ver. “Los padres luego vienen y nos hace mucha ilusión”, dijeron las enfermeras, el vínculo que se forma entre ellos durante meses tan difíciles jamás se romperá.
En ese lugar presencian muchos milagros gracias al capital humano, a los equipos de altísima tecnología y a la implicación de las familias. No te vayas sin compartir la emotiva historia de Salvador.
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