Dos ginecólogos de nacionalidad alemana han sido condenados después de que la Audiencia Provincial de Berlín estimara que actuaron con premeditación y alebosía y acabaran con la vida de una de las bebés de un parto gemelar.
Una médico jefe, de 58 años; y un jefe de departamento ya jubilado, de 73, se enfrentan a 1 año y 9 meses, y 1 año y medio, respectivamente, de libertad condicional.
Han sido juzgados por homicidio tras haber «matado selectivamente» a una bebé con daño cerebral durante el parto que ocurrió en la semana 32 de embarazo.
El 12 de julio de 2010 ambos médicos asistieron a la paciente de 27 años para que diera a luz a la otra bebé que sí estaba sana.
Los informes dicen que «mataron conscientemente» a la bebé enferma tras haberle aplicado una inyección de cloruro de potasio. Su daño cerebral ya había sido diagnosticado previamente en el embarazo, sus padres optaron por un aborto tardío.
Pero los facultativos, en lugar de ayudar a la madre a que tomara la decisión de que abortara cuando la bebé todavía estaba dentro del útero, lo que según la legislación alemana habría sido «admisible y médicamente posible», los ginecólogos decidieron esperar al inicio del parto para practicar la interrupción de la vida de la bebé que venía enferma.
Después de las primeras contracciones, a través de una cesárea extrajeron a la niña sana y mataron a la enferma, a pesar de que pudo haber sobrevivido, lo cual «debe ser considerado legalmente como homicidio», según el juez.
Sin embargo, los médicos insisten en que hicieron lo correcto:
«Debido a la particularidad médica del caso y en interés de la niña sana, decidimos abstenernos del llamado «feticidio selectivo», mencionan.
El feticidio selectivo consiste en la reducción de uno o más fetos de un embarazo múltiple debido a anomalías genéticas o malformaciones.
«Actuamos conforme a la ley porque porque la niña se encontraba aún en el útero (abierto) cuando le aplicamos la inyección. No tuvimos duda alguna de que lo que hacíamos era lo correcto. No pesó el aspecto legal, sino la niña sana», concluyen los acusados.
El tribunal consideró tal excusa como poco creíble y aseveró que los ginecólogos debían saber que ya no estaban legalmente autorizados a matar a la bebé enferma durante la cesárea, sencillamente porque el parto ya había comenzado. Además, existe el agravante que a la hora de ponerle la inyección a la bebé con daño cerebral ya no había conflicto alguno de salvar a la sana, porque ya había nacido y estaba fuera de peligro.
Al parecer, más bien los médicos se dejaron guiar por la voluntad de los padres de no dar a luz a una bebé enferma. Pero «semejante limpieza de bebés enfermos o discapacitados no está permitida legalmente», aclaró el juez.
Es un caso que ha levantado una intensa polémica ya que algunos padres en casos similares verdaderamente no se sienten preparados para traer un bebé al mundo con severos problemas. Pero otros defienden la vida hasta las últimas consecuencias, más aún cuando el fruto de tus entrañas llega al mundo y decides matarlo así porque sí. ¡Comparte tu opinión en tus redes!
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