Con solo dos años de edad, esta pequeña lucía el abdomen de una embarazada a causa de una terrible condición.
Maddy Rbykin de Nueva Jersey nació con la Enfermedad Renal Poliquística (PKD, según sus siglas en inglés) que la hicieron hincharse hasta tener la barriga como la de una embarazada y convirtió sus primeros 18 meses de vida en un constante viaje al hospital.
Karen Rodas y Paul Rybkin visitaron el Hospital de Niños de Filadelfia para un examen de rutina de 33 semanas. En ese momento, Karen terminó por ser inducida a un parto prematuro después de que los médicos descubrieron que Maddy estaba en riesgo de enredarse en el cordón umbilical.
Tras más de 12 horas, Maddy finalmente llegó al mundo. Al nacer, su riñón medía tres veces más del tamaño del riñón de un adulto.
A pesar de su apariencia, sus padres no se alarmaron pues ya habían atravesado por los estragos de la enfermedad renal.
Nathaniel, el primer hijo de la pareja también la padeció de esta condición y vivió apenas 36 horas.
«Después, de nuestra exploración de 20 semanas, descubrieron que los riñones de Maddy estaban agrandados, una señal segura de PKD, al igual que Nathaniel. Mi corazón se hundió», declaró la madre.
Maddy había resistido mucho más de lo que pudo hacerlo su hermanito pero su condición era realmente compleja.
La pequeña dormía unas 18 horas al día y vomitaba constantemente, su vida estaba en peligro y los médicos sabían que necesitaba con urgencia un trasplante de riñón.
Por fortuna, el padre Paul Rybkin, de 38 años, fue identificado como donante y Maddy tuvo la operación que salvó su vida.
«El riñón de papá ha salvado a nuestra pequeña niña. Ahora, tiene una energía ilimitada. Su barriga enorme ahora se ve un poco redondeada y es una niña feliz y saludable de dos años», dijo Karen.
Después de unos días en el hospital bajo observación, Maddy regresó a casa junto a sus padres para iniciar una nueva vida.
La pequeña podrá llevar su rutina como cualquier niño, aunque debe visitar al médico para sus respectivos controles; por su parte, su papá también se ha recuperado del trasplante.
La pequeña podrá hacer una vida normal pero dentro de unos 25 años Maddy deberá ser nuevamente intervenida. Mientras llega ese momento la familia puede estar completamente tranquila.
Por más dura que sea la tormenta, el amor de un padre no tiene límites y la historia de Maddy es ejemplo de ello. Comparte en tus redes esta historia de perseverancia.
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